Singularmente, parece que estamos hechos el uno para el otro. Separados, somos matices oscuros, el resultado de la mezcla de colores en una inconveniente combinación que, sin mas ni menos, nos permiten lo que parecería brillar en cualquier ambiente y no ser mas que un poco de todo. Pero tan solo un poco. Nuestros defectos nos abruman y nuestros tonos un poco apagados nos hacen lucir como sombras vivaces. Juntos, sin embargo, somos perfectamente compatibles, no es que seamos una vistosa y deslumbrante gama, pero nuestros colores nos hacen relucir. No somos rojo, carmesí, guinda o alguna representación violenta; somos lo que somos y -en contra de toda lógica- nuestros oscuros matices forman blanco, un blanco lleno de colores, un blanco vivaz. Somos blanco, blanco como la nieve, y no se que más pueda decir.